Recordando a Kim Sae-ron
Lo que sigue es una reflexión sobre la fallecida actriz Kim Sae-ron por parte de un periodista del Hankook Ilbo, quien la entrevistó hace 13 años.
A veces, los recuerdos llegan de golpe, sin previo aviso. Hace unos días, soñé con Kim Sae-ron, la misma niña de ojos brillantes que entrevisté hace más de una década. En mi sueño, sonreía como aquella vez, con esa mezcla de inocencia y curiosidad que la hacía única. Desperté con una sensación amarga, porque ya no está aquí.
Fue hace 13 años cuando la conocí en persona. Tenía solo 13 años, pero su presencia era impactante. No porque fuera famosa o talentosa—que lo era—sino por la forma en que iluminaba cualquier conversación. Recuerdo que, en mi artículo de aquel entonces, la describí como «una actriz con ojos encantadores». Y es que lo eran. Brillaban de emoción cuando hablaba de cine, cuando me hacía preguntas sobre mi trabajo, cuando contaba anécdotas de su infancia. No era la niña seria y melancólica que muchos imaginarían tras ver sus películas.
Si alguien la conoció solo por sus roles en El hombre de ninguna parte (The Man From Nowhere) o Los vecinos, podría pensar que era introvertida o reservada. Nada más lejos de la realidad. Era curiosa, risueña y, sobre todo, una adolescente con ganas de vivir.
Un detalle que nunca olvidaré es su reacción cuando probó una bebida demasiado dulce. Puso una cara graciosa y dijo: «Sabe a arcilla de colores», sacando la lengua en señal de disgusto. Pequeños momentos como ese la hacían inolvidable. También recuerdo cuando, en medio de la entrevista, se quedó en silencio y sus ojos se llenaron de lágrimas. «Extraño a mis amigos», dijo de repente. Su madre, que la acompañaba, me explicó que era muy apegada a ellos, que siempre los llevaba a su casa. Cuando se mudaron, sus amigos corrieron detrás del coche toda la noche, despidiéndose entre lágrimas.
Al final de la entrevista, su madre me dijo: «Le gustaste mucho a Sae-ron» y nos tomó una foto juntos. Más tarde, la vi en su página de Cyworld, acompañada de un mensaje cariñoso. Hoy, esa imagen es uno de los recuerdos más valiosos que tengo de ella. Como ocurre con muchos actores infantiles, la transición a la adultez no fue fácil. A pesar de su talento, la industria es despiadada. Sin embargo, estaba encontrando su camino, explorando nuevos géneros, desafiándose a sí misma.
Hasta que llegó el escándalo. En 2022, un error lo cambió todo. Conducir en estado de ebriedad es imperdonable, y las consecuencias fueron inmediatas: una lluvia de críticas, sanciones económicas y una carrera detenida en seco. ¿Merecía ser castigada? Sin duda. Pero lo que vino después fue brutal. El público no le permitió levantarse. Cuando intentó regresar con Guitar Man, la reacción fue despiadada. «¿Intentas ayudar a una criminal?» «No quiero verla en pantalla». La condena social fue implacable.
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Pero lo más indignante es lo que pasó después de su muerte. Los mismos que la insultaban sin piedad, ahora lloraban su partida. Las redes sociales se llenaron de mensajes de pesar, de homenajes, de palabras bonitas. ¿Dónde estaban cuando la estaban destruyendo? ¿Por qué no hubo piedad antes? Ahora, muchos se enfocan en su relación con Kim Soo-hyun, en las versiones contradictorias, en si realmente salieron o no. Pero, ¿qué importa? Ese no debería ser su legado.
Hoy se cumple un mes de su fallecimiento. Y yo prefiero recordarla como la actriz brillante, la niña curiosa, la joven que tenía un futuro por delante. Una vez me dijo algo que se me quedó grabado: “Quiero ser un actor profundo y recto, alguien que ve con amplitud, escucha con atención y habla desde el corazón.” Así la recordaré siempre. Como alguien que habló desde el corazón.
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